De qué me sirve tener alas
Para verlas arder cada mañana
De qué sirven los sueños a oscuras
Si la luz siempre se los lleva
Con la memoria encerrada
En ésta caja de música
El reloj cegado nunca espera
A que lleguen a sonar todas las notas
De qué me sirven los deseos
Si vuelven a ser blanco del miedo
De qué sirven los ojos abiertos
Si pierden de vista siempre el rumbo
Con el cuento que nunca acaba
Mientras se ahoga toda esperanza
Otro trago amargo en una boca
Que sólo sabe lo que es la derrota
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